lunes, 17 de octubre de 2011


“Tú perdiste la voz. Tu rostro sonriente se torno serio. Tus ojos se llenaron de tímidas lágrimas, que temblaban en la punta de las pestañas, como si quisieran disculparse por estar ahí sin haber sido invitadas.
Ahí también estaba yo, sintiendo un nudo en la garganta, sin saber por qué.
Y durante largos segundos, ya no había salón, ni público, ni nada. Todo lo que existía era la alegría de vivir, contada apenas con el silencio y la emoción.
Las palabras son lágrimas escritas. Las lágrimas son palabras que necesitan llorar. Sin ellas, ninguna alegría tiene brillo, ninguna tristeza tiene final. Por lo tanto, gracias por tus lágrimas." 

No hay comentarios:

Publicar un comentario